Científicos han investigado el comportamiento de las vides en condiciones de cambio climático, es decir, mayor temperatura, mayor presencia de CO2 y mayor sequedad ambiental.
El cambio climático afectará a la calidad de los vinos de la variedad de uva Tempranillo, según las conclusiones de una investigación llevada a cabo por el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, NEIKER-Tecnalia en colaboración con la Universidad de Navarra y la Estación Experimental de Aula Dei (EEAD) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
El resultado es un mosto con menor contenido de antocianos, lo que da lugar a vinos con menor color, y por tanto menor calidad. Los resultados de la investigación, dirigida por el ingeniero agrónomo Urtzi Leibar, se presentan hoy en el congreso de la European Geosciences Union (EGU), que se celebra en Viena (Austria).
La investigación se ha llevado a cabo en invernadero con vides de la especie ‘Vitis vinifera cv. Tempranillo’. Los tres factores estudiados fueron cambio climático, estrés hídrico de la planta y textura del suelo. Para analizar el efecto del cambio climático en la uva, se colocaron vides en condiciones de mayor presencia de CO2, mayor temperatura y menor humedad relativa y otras vides en las condiciones climáticas actuales.
Además de los cambios de CO2 y temperatura se prevé que el cambio climático provoque una bajada de las lluvias y un reparto de estas en eventos más extremos, de ahí que uno de los tratamientos presentara plantas debidamente hidratadas (20-35% de contenido de agua en el suelo) y el otro tratamiento consistiera en plantas sometidas a déficit hídrico, a las que se regó con un 40% menos de agua. En cuanto al suelo, se estudiaron tres texturas diferentes, con un contenido de arcilla del 9%, 18% y 36%.
Entre los resultados más relevantes en cuanto a parámetros productivos y cualitativos, se observó que el cambio climático adelantó la vendimia en nueve días. Este adelanto redujo la concentración de antocianos, lo que dio lugar a vinos tintos con menos color. Por otra parte, provocó un aumento del pH del mosto. El nivel de pH es un factor de interés para las bodegas, ya que debe ser bajo para que los vinos se conserven de manera óptima.
El déficit de agua, por su parte, retrasó la maduración, vendimiándose diez días más tarde, y disminuyó el crecimiento de la viña. Este hecho supuso igualmente un aumento del pH del mosto y una disminución en el contenido de polifenoles. Los polifenoles se encuentran en la piel y pepitas de la uvas, y confieren aroma, color y sabor a los vinos. En cuanto a los suelos, los más arenosos –con menor contenido de arcilla- produjeron mostos con mayor cantidad de antocianos, lo que redunda en vinos de mayor color.
Una noticia de Infovino, fuente NEIKER-Tecnalia.
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