Cómo adaptar la vid al cambio climático con variedades antiguas y mallas sombreadas.
El cambio climático es uno de los mayores desafíos que afronta el sector vitivinícola, ya que afecta al comportamiento de la vid, al adelanto de la vendimia, a la calidad de la uva y al riesgo de plagas y enfermedades. Para buscar soluciones que permitan adaptar el cultivo a las nuevas condiciones climáticas, un equipo de investigadores de España, Francia y Reino Unido ha realizado el estudio VITISAD, que propone medidas como recuperar variedades antiguas o desconocidas, reducir la temperatura con mallas sombreadas o modificar el momento de la poda.
los investigadores han planteado varias medidas de adaptación que se basan en mantener a los viticultores y a las bodegas en su territorio, sin recurrir a trasladar los viñedos a zonas más altas o frías. Una de las medidas consiste en recuperar variedades antiguas o minoritarias, e incluso algunas desconocidas, que puedan tener una mejor adaptación al cambio climático. Por ejemplo, en Navarra se ha encontrado y registrado una nueva variedad llamada Oneca, en homenaje a la madre del primer rey de Pamplona. En La Rioja, se han identificado clones y biotipos de tempranillo y graciano que presentan una mayor resistencia al estrés hídrico.
Mallas sombreadas o modificar la poda
Otra medida propuesta es reducir la temperatura del viñedo mediante el uso de mallas sombreadas, que pueden disminuir entre 2 y 4 grados centígrados la temperatura del aire y entre 5 y 10 grados la temperatura del racimo. Esto puede favorecer una maduración más lenta y equilibrada de la uva, así como una menor incidencia de quemaduras solares. Las mallas sombreadas también pueden reducir la evaporación del agua del suelo y aumentar la humedad relativa del aire.
Por último, otra medida sugerida es modificar el momento de la poda, adelantándola o retrasándola según las condiciones climáticas. La poda es una práctica que influye en el inicio del ciclo vegetativo y en el desarrollo del viñedo. Según los investigadores, una poda tardía puede retrasar el inicio del ciclo vegetativo y evitar las heladas primaverales. Por el contrario, una poda temprana puede adelantar el inicio del ciclo vegetativo y favorecer una maduración más temprana.
El estudio, que ha contado con la participación de la Dirección General de Agricultura del Gobierno de La Rioja, el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo (NEIKER), la Chambre d’agriculture des Pyrénées-Atlantiques, el Institute Francais de la Vigne el du Vin (IFV) y la Dirección General de Agricultura del Gobierno de Navarra, se ha presentado este viernes en Logroño por la directora general de Agricultura y Ganadería, Maria Jesús Miñana, y el ingeniero agrónomo e investigador, Sergio Ibáñez.