Desde 2015 se han reestructurado 90.400 hectáreas de viñedo en la región, con una inversión que supera los 330 millones de euros.
La viticultura castellanomanchega avanza con paso firme en su proceso de modernización, o eso intenta. Sólo en 2025 se han destinado 25 millones de euros a la mejora de 5.400 hectáreas. En muchos casos, estas reestructuraciones han permitido a los viticultores afrontar la vendimia con menos necesidad de mano de obra. En otros, han servido para incrementar la densidad de plantación, pasando de unas 900 cepas en vaso a cerca de 1.200 en espaldera en la misma parcela.
Modernización para adaptarse al mercado
Aunque no todos están de acuerdo, la reestructuración de viñedos se planteó como una búsqueda de adaptar la producción a las tendencias de consumo y reforzar la calidad de los vinos. Innovación, tecnología y un mayor enfoque en la elaboración de vinos envasados forman parte de esta hoja de ruta, que persigue incrementar el valor añadido y garantizar la sostenibilidad del sector. Sin embargo, la vendimia mecanizada convive con modelos tradicionales, como la vendimia manual de pequeños productores que apuestan por elaboraciones más artesanales con selección de uva.
Existencias y ritmo de ventas
La pasada campaña vitivinícola cerrada el 31 de julio dejó unas existencias finales de 7 millones de hectólitros de vino y 8,3 millones si se suma el mosto. Aunque la cifra supone un 11,6% más que en 2024, la producción fue un 30% superior, lo que sitúa a Castilla-La Mancha en uno de sus niveles de stock más bajos de la última década.
Especial atención merece el vino envasado, con unas existencias de apenas 465.000 hectólitros. Este dato refuerza la tendencia hacia el embotellado como estrategia prioritaria, dado que aporta mayor rentabilidad y valor al producto final.
Exportaciones en crecimiento
El mercado exterior continúa consolidándose como un pilar fundamental. En el primer semestre de 2025, las exportaciones de vino y productos derivados superaron los 506 millones de euros, medio punto más que en el mismo periodo del año anterior, que ya marcó un récord histórico.
Con existencias controladas, una previsión de vendimia en 2025 media o ligeramente a la baja y una uva de excelente calidad, el sector afronta la actual campaña con prudencia, pero también con optimismo.
Y es que, más allá de las cifras acumuladas, el futuro del viñedo castellanomanchego también pasa por las nuevas convocatorias de ayudas específicas a la reestructuración. Con un presupuesto de 45 millones de euros para el periodo 2026-2027, estas líneas de apoyo introducen novedades clave: desde la inclusión de variedades como el Pardillo, hasta criterios de prioridad para explotaciones en municipios afectados por la sequía, jóvenes y mujeres agricultoras o proyectos colectivos.
TE PUEDE INTERESAR: Cubierta vegetal en el viñedo: sí o no