El sector del vino representa el cinco por ciento del Producto Interior Bruto de Castilla-La Mancha.
En un escenario marcado por la incertidumbre económica global, el vino de Castilla-La Mancha mantiene el tipo en los mercados. Durante el mes de febrero, las exportaciones de vino en la región han alcanzado un hito sin precedentes, superando todos los récords anteriores en términos de facturación.
El vicepresidente primero de Castilla-La Mancha, Martínez Guijarro, reveló durante la trigésima edición del Concurso de Vinos de Cuenca, un evento organizado por la Diputación Provincial, que las ventas internacionales de vino castellano manchego han experimentado un crecimiento notable. El volumen de exportaciones aumentó un 11,5%, mientras que su valor se elevó en un 18,4%, superando los 97 millones de litros y los 64 millones de euros respectivamente.
Estas cifras, aunque impresionantes por sí mismas, cuentan una historia más profunda. Más allá de los números, reflejan una narrativa de innovación, adaptación y compromiso con la excelencia. Castilla-La Mancha no solo lidera el panorama vinícola español en términos de exportaciones, sino que también encarna una visión global de un sector en constante evolución.
Con un aporte del 5% al Producto Interior Bruto y una generación anual de más de 2.000 millones de euros, el vino no es solo una bebida, sino un pilar fundamental del tejido económico y cultural de Castilla-La Mancha.
Detrás de estos logros hay una historia de trabajo. La industria del vino ha atravesado una transformación significativa en los últimos seis años, con la reestructuración de más de 40.500 hectáreas de viñedos. Esta evolución no solo busca mantener la competitividad en el mercado internacional, sino también responder a las cambiantes preferencias y demandas de los consumidores del siglo XXI.
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