La I+D+i permite recuperar variedades prefiloxéricas del viñedo en Cataluña.
Cataluña, con sus 56.200 hectáreas de viñedo, muestra un fuerte compromiso con las variedades autóctonas, que representan el 77% de su superficie vitícola. Entre las principales destacan macabeo, xarel·lo, parellada, garnacha y tempranillo, mientras que variedades minoritarias como la malvasía de Sitges, picapoll blanc y garrón siguen ganando terreno. Esta diversidad abre nuevas posibilidades para diferenciar sus vinos en un mercado global competitivo.
El rol del INCAVI y el proyecto #HoritzóINCAVI2025
El Instituto Catalán de la Viña y el Vino (INCAVI) lidera la recuperación de estas variedades autóctonas con iniciativas como #HoritzóINCAVI2025, que busca preservar e incorporar estas uvas al panorama vinícola catalán. Según Joan Gené, director del INCAVI, esta línea de trabajo forma parte del Plan de I+D 2030 y es un ejemplo destacado de colaboración entre el instituto y el sector. La estrategia no solo busca garantizar la sostenibilidad, sino también dar respuesta a los retos de mercados emergentes y consumidores cada vez más exigentes.
Un ejemplo de esta labor es el documental “Los arqueólogos de la viña. En busca de variedades autóctonas”, que narra el trabajo del fotógrafo Eugeni Ordeig junto con el Archivo Episcopal de Vic y el INCAVI para rescatar antiguas cepas en Osona, Ripollès y el Lluçanès. En estas regiones se han identificado 50 variedades de uva, de las cuales 22 han sido reconocidas oficialmente. Algunas datan de entre los siglos VIII y XV, mostrando la riqueza histórica del viñedo en estas tierras.
En paralelo, en la zona prepirenaica se han encontrado genotipos únicos que podrían ser anteriores a la filoxera. Cepas con nombres como aramón, bobal blanco, y malvasía roja han sido localizadas y ahora se evalúan en parcelas experimentales, esperando su inclusión en la producción vinícola.
Nuevas variedades para el 2024 y más allá
El INCAVI ha solicitado la incorporación de nuevas variedades al Potencial Vitícola Catalán, como malvasía blanca roja, marina rion, balado y botana. Estas se suman a las más de 20 variedades autóctonas incluidas en la última década.
La apuesta de Cataluña por el viñedo, la diversidad genética y la recuperación histórica no solo contribuye a evitar la homogeneización de los vinos catalanes, sino que también responde a una visión para lograr una sostenibilidad económica, social y ecológica.
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